"El hombre que más cosas nos enseña sobre la Antigüedad porque, en lugar de hacer frases como Cicerón, cuenta las cosas escuetamente, Plinio, nos dice que Nuncoreo, rey de Egipto, hizo levantar en la ciudad de Heliópolis el obelisco que está en San Pedro. Calígula lo mandó trasladar a Roma, y fue colocado en el circo de Nerón, en el Vaticano. Constantino construyó su basílica de San Pedro en una parte del emplazamiento de este circo; pero, hasta 1556, el obelisco permaneció, cosa extraordinaria, en el lugar donde lo había puesto Calígula, o sea en el sitio donde está hoy la sacristía de San Pedro, construida por Pío VI.
En 1586, casi un siglo antes de la construcción de la columnata, Sixto V hizo colocar el obelisco donde está actualmente. Este traslado, que costó doscientos mil francos, fue realizado por el arquitecto Fontana, por medio de un mecanismo admirable que, en nuestros días, nadie podría inventar, ni acaso imitar. A finales de la Edad Media fueron transportados incluso campanarios a una distancia de sesenta u ochenta pasos del lugar que ocupaban antes. El obelisco del Vaticano mide setenta y seis pies de alto y ocho en su parte más ancha. La cruz que lo remata está a ciento veintiséis pies del suelo. Este obelisco no tiene jeroglíficos; no es el más grande de Roma, pero algunas personas lo consideran el más curioso, porque, como nunca fue derribado, se conserva en toda su integridad."
Palabras de Stendhal, en la página 112 de nuestra edición.
El influjo italiano en la pintura de Luis de Morales
Hace 11 años