domingo, 14 de julio de 2013

Lista de villas

El 28 de noviembre dice: "He aquí el nombre de las villas que más nos han gustado:

-Mills, construida sobre las ruinas de la casa de Augusto. Bonito pórtico, frescos de Rafael, figuras de Venus.
-Ludovisi. Aurora  del Guercino.
-Pamphili. Arquitectura de Algardi, y esqueletos singulares que se deshacen en polvo.
-Borghese. Estatuas y bellos jardines.
-Albani. Estatuas, bella arquitectura.
-Corsini, en la falda del Monte Gianicolo: situación deliciosa.
-Lante. Arquitectura de Giulio Romano.
-Aldobrandini, o de Belvedere, en Frascati.
-Giraud, o Cristaldi, extraña arquitectura.
-Madama, por Rafael; perfección de la arquitectura gentil.
-Mattei, o del príncipe de la Paz; bellos cuadros.
-Médicis, o Academia de Francia.
-Orgiati, o Nelly, cerca de Villa Borghese, habitada en otro tiempo por Rafael; tres frescos: un Sacrificio a Flora; el Bersaglio, muchas bellas figuras desnudas; las Bodas de Alejandro y de Roxana, cuadro digno de Rafael.
-Poniatowsky; arquitectura de M. Valadier. Este hombre ha construido a la entrada de la calle del Babbuino una casa con terraza en cada piso. Este arquitecto tiene estilo.
-Villa Adriana, cerca de Tívoli.
-Mellini, en el Monte Mario; vista magnífica; desde aquí tomó M. Sickler la vista panorámica de Roma y sus alrededores. […]”

pp. 461 y 462 de la edición que seguimos.


martes, 2 de julio de 2013

Lista de palacios que hay que ver

"Pondré aquí la lista de los palacios que hay que ver. Coloco en primera línea los que vale la pena de ir a verlos; son doce. A los palacios de la segunda lista se sube cuando se pasa junto a ellos.
            El Vaticano, diez mil habitaciones.
            El Quirinal o Monte Cavallo.
            La Cancelleria (la Cancicllería).
Rospigliosi, la Aurora de Guido.
Farnesina, la Psiquis, de Rafael.
Borghese
Doria Pamfili
Chigi
Corsini
La Villa Médicis, ocupada por los jóvenes pintores franceses. Hermosa vista bajo las verdes encinas.
Barberini, retratos de la Cenci y de la Fornarina; Muerte de Germánico, cuadro de Poussin.
Y he aquí veinticinco palacios de un interés secundario:
Altieri, muy grande.
Barschi, bella escalera.
Colonna, bella galería. Desde la muerte del príncipe Lorenzo, cuyo sepulcro está en los Santos Apóstoles, ya no hay cuadros en este palacio.
Palazzo de’ Conservatori, estatua de César.
Palacio de la consulta, bastante insignificante.
Costaguti, frescos del Domenichino y del Guercino.
Falconieri, buenos cuadros.
Ruspoli. Los frescos de las salas ocupadas por el café, son de un pintor francés. El salón grande donde M. Demidoff hacía representar vodeviles es bastante curioso; la escalera es magnífica. Este palacio pertenecía en otro tiempo a los Gaetani. Enfrente está la gran casa llamada Palacio Fiano donde están las encantadoras marionetas. Alquilar dos habitaciones y preguntar por Cassandrino, alumno de pintura.
Giraud. El arquitecto fue Bramante.
Giustanini, muchas estatuas.
Massimi, ruinas del Teatro Marcelo.
El Palacio de Monte Citorio, en cuyo gran blacón se efectúa el sorteo de la lotería. El pueblo bajo que se reúne estos días en la plaza es más curioso que el palacio. Sobre estos rostros tostados se pintan los matices de las más vivas pasiones. Un artista encuentra aquí expresiones vivas y naturales, no apagadas por el miedo de chocar al vecino; y sin embargo, cada individuo de este populacho se conduciría de modo diferente si estuviera solo.
Odescalchi; la fachada es de Bernini.
Mattei, objetos de arte.
Palacio del príncipe Jerónimo Bonaparte, vía Condotti.
Palacio del Príncipe Pío. Edificado sobre las ruinas del Teatro de Pompeyo.
Salviati, construido para alojar a Enrique III.
Palacio Venecia, construido en 1468.
Sciarra, en el Corso, botina colección de cuadros.
Palacio del Senado en el Capitolio, la loba estrusca.
Spada, la estatua de Pompeyo.
Stoppani, construido sobre dibujos de Rafael.
Verospi, bóveda pintada por el Albano.
Torlonia, en Piazza Venecia, brillante en todas las cosas bellas que ha podido reunir un vendedor de cintas de hilo convertido en rico banquero de Roma. Comparar esta vivienda con la de los enriquecidos de París; nada muestra más claramente la diferencia de carácter nacionales: en nuestros nuevos ricos, ingenio y pretensiones, constantemente preocupados de cien pequeñas cosas que han de hacerles ascender en el mundo; en el vendedor de citas romano, todo es reposo y tranquilidad; después del dinero, sólo le interesan las bellas artes. […] "


Es lo que escribe nuestro autor en este día de 1828. Páginas 335-337 de nuestra edición.


Dedicado a mi amigo Alberto R., que hoy estará  paseando por las calles de Roma.