domingo, 24 de febrero de 2013

Obelisco de San Juan de Letrán


"Sería una lástima dejar San Juan de Letrán sin echar una ojeada al obelisco; es el más grande que se conoce: mide noventa y nueve pies sin la base y el pedestal. Thutmosis, rey de Egipto, se lo dedicó al Sol en esa ciudad de Tebas sobre la cual los sabios cuentan tan bonitos cuentos.

Constantino había hecho embarcar este obelisco en el Nilo; su hijo Constancio lo hizo transportar de Alejandría a Roma. Los egipcios poseían el arte de transportar fardos enormes y de abrir inmensos templos en las rocas; éste es su único mérito, mérito de tiranos que saben sacar provecho de sus esclavos.

Habiendo sido destruido por un incendio en el Palacio deLetrán, Sixto V lo hizo reconstruir. El arquitecto fue Fontana; éste colocó aquí ese bello obelisco que, roto en tres pedazos, yacía en el suelo en medio del gran circo. Amiano Marcelino habla de este obelisco, cuya cruz está a ciento cuarenta y tres pies del suelo; hubiera sido preferible volverlo a erigir en la plaza donde lo había puesto Constancio. Esta última manera de restaurar los monumentos antiguos volverá a ponerse de moda cuando mande la generación de 1800."

Es lo que escribe Sthendal el  5 julio 1828, en las páginas 351 y 352.

Fografía de AndrewRm tomada de Wikimedia Commons.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Funerales por el Papa León XII (20 febrero 1829)


“Acaban de erigir un magnífico catafalco en medio de la nave principal de San Pedro. Los ornamentos son de M. Tadolini [sic], el escultor. El arquitecto ha sido M. Valadier, [sic] conocido por la profanación del Arco de Tito. El catafalco no está nada mal.

Le han dado la forma general de una pirámide, pero han añadido muchos ornamentos, y justificados. Hay unos bajorrelieves que representan los hechos de León XII, y muchas inscripciones latinas del abate Amati. El cuerpo diplomático asistió a la ceremonia que ha tenido lugar en torno al catafalco. Estas ceremonias, siempre las mismas, comienzan a parecernos largas. En cambio, los ingleses, que se han apresurado a venir de Nápoles, se dedican a ellas con furor. En la carretera de Nápoles, se han pagado precios enormes por caballos de posta. […]”

Es lo que escribe nuestro autor el 20 de febrero de 1829 en la página 497. Pensamos que hay una errata en los nombres de pila que adjudica al escultor Tadolini y al arquitecto Valadier.

domingo, 17 de febrero de 2013

San Juan de Letrán (I)

Interior.

San Juan  de Letrán es la primera iglesia del mundo, Ecclesiarum urbis et orbis mater et caput; es la sede del Soberano Pontífice como obispo de Roma. El Papa, después de su exaltación al trono, viene aquí a tomar posesión del mismo. (La ceremonia de la possesso).

En el año 324 construyó Constantino esta basílica en su propio palacio, que cedió luego a los soberanos pontífices. En este templo habitaron durante sus estancias en Roma hasta Gregorio XI (1370), que volvió a fijar en Roma la Santa Sede establecida en Avignon. […]

La basílica de San Juan de Letrán fue quemada en 1308; Clemente V, que residía en Avignon, envió grandes cantidades de dinero y se restauró con magnificencia todo lo destruido por el incendio.

Gregorio XI abrió la puerta del norte; Martín V hizo la fachada, decorada más tarde por Eugenio IV y Alejandro VI; Pío IV mandó hacer el gran sofito dorado; Sixto V decoró la fachada lateral, cuyo doble pórtico, muy bonito, fue dibujado por Fontana; Inocencio X, en 1650, puso la nave principal en el estado en que la vemos hoy, con planos de Borromini, ese arquitecto barroco. Al abrir los cimientos, se reconoció que este lugar no estaba comprendido en el recinto de Servio Tulio.

Clemente XI embelleció la basílica, y, finalmente, Clemente XII mandó hacer la fachada, muy admirada en su tiempo (1730) y que hoy nos parece bastante mala. Este papa tenía dinero; le propusieron hacer el muelle del Tíber desde la Porta del Popolo al Ponte Sant’ Angelo, pero prefirió embellecer su catedral.


 Fachada principal


La fachada principal tiene cinco balcones, y el Papa daba la bendición desde el del medio. Cuatro columnas y seis pilastras de orden compuesto forman la fachada; está coronada de once estatuas  que se ven bien desde las logias de Rafael, en el Vaticano, a tres cuartos de legua, la distancia mayor de la Roma habitada.

En el pórtico inferior han puesto una mala estatua de Constantino, enterrada en los desastres que sufrió Roma después de este emperador, y encontrada luego en sus Termas, en el Monte Quirinal. La gran puerta de bronce fue quitada de la iglesia de San Adriano, en el Foro, y trasladada aquí por orden de Alejandro VII. Es el único ejemplo que nos queda de las puertas quadrifores de los antiguos.

Es lo que nos cuenta nuestro autor el 5 de julio de 1828 entre las páginas  345-347 de su obra.

La fotografía del interior procede del Vuelos al mundo.
La de la fachada está tomada del blog jesusvalmeyana.