El carcelero de Castel Sant’ Angelo nos ha hecho notar varios estrechos pasadizos en el espesor del muro de esta inmensa masa redonda. Quizá los antiguos colocaron aquí tumbas, o bien servían de comunicación entre los diversos pisos. Aquí tomó Inocencio XI la urna de pórfido que guarda sus restos en San Juan de Letrán. Por orden de Paulo III, fue adornado con pinturas y estucos el pórtico situado hacia el lado del campo. Este papa, queriendo justificar el nombre de esta fortaleza, hizo poner en lo alto del edificio una estatua de mármol representado un ángel con una espada desnuda en la mano. Esta obra de Raffaelle da Montelupo fue reemplazada, en tiempos de Benedicto XIV, por una estatua de bronce que inspiró esta bella respuesta a un oficial francés sitiado en dicho fuerte durantes nuestras guerras de Italia: “Me rendiré cuando el ángel meta su espada en la vaina”.
Este ángel tiene el aire cándido de una muchacha de dieciocho años. Y está deseando meter la espada en la vaina.
Esta estatua es del flamenco Wanschefeld….
Es lo que escribe nuestro autor el 1 de junio de 1828, en la página 279 de nuestra edición.
Autor de la imagen: Flanker