El pórtico exterior, que forma un semicírculo como el del noviciado de los jesuitas, es de Pietro da Cortona. Sixto IV y Alejandro VII hicieron construir esta iglesia. Como fue consagrada en 1487, todavía se observan en las tumbas, muy numerosas, algunos restos del buen gusto del siglo de Rafael.
Las cuatro Sibilas
Muy cerca de la puerta, a la derecha según se entra, se ve una tela verde; el custodio se os acerca con aire amable, aparta la cortina, y veis Las cuatro Sibilas, célebre fresco de Rafael. Aunque estas pinturas han sufrido mucho, y lo que es peor, han sido restauradas, no por eso son menos dignas de la mayor atención; en ellas se encuentras todas las grandes características del talento de Rafael. Su estilo no fue nunca grandioso, y, sin embargo, estas Sibilas datan de los primeros años de su estancia en Roma. ¿En qué quedan las afirmaciones de Vasari y del partido florentino, según el cual Rafael no engrandeció su estilo hasta que vio los frescos de Miguel Ángel en la Sixtina?
Para no hablar más que de la expresión, que, para apreciarla, sólo exige un poco de conocimiento del corazón humano, el recién llegado encontrará aquí una figura inolvidable. Debajo de este fresco llama la atención un bajorrelieve en bronce bastante curioso.
Nuestras compañeras de viaje han visto con el más emocionante interés las tumbas de las dos niñas arrebatadas por la peste, una de siete años y otra de nueve. La inscripción es conmovedora. En la capilla del cardenal Cesi, hay que examinar los detalles grotescos del escultor Mosca.
El cuadro de San Juan Evangelista es del caballero de Arpino; la Visitación, que está encima, es de Maratta, La presentación de la Virgen en el templo es una obra de Baldassare Peruzzi, que gusta mucho a ciertas personas. Más lejos, hay unos frescos de Albani. Las figuras de Santa Cecilia, de Santa Catalina y otras varias son de una mujer célebre, Lavinia Fontana, de la Escuela de Bolonia. Nos han enseñado en la nave un San Jerónimo de Benusti cuyo dibujo es atribuido a Miguel Ángel. En esta indicación hay buena fe: fuera de Roma, este cuadro llevaría el nombre del propio Miguel Ángel que en realidad no ha pintado ninguna de las pequeñas telas que le atribuyen en la mayor parte de las galerías de Italia.
“La pintura al óleo es para las mujeres”, decía a veces, y no se imagina uno a este fogoso genio haciendo cuadros de tres pies de altura. Creo que solamente la Madonna de la Tribuna de Florencia es ciertamente suya. Entre los grandes frescos de la iglesia della Pace se destacan muy bellas cosas de Peruzzi. El claustro vecino es una bonita obra de Bramante.
(Es parte de lo que escribe nuestro autor el 9 de julio de 1828. En las páginas 363 a 365 de la edición que manejamos.)
* La fotografía del pórtico de la iglesia está tomada de la web SOBRE ITALIA
* la pintura de Rafael procede de HISTORIA DEL ARTE.
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