domingo, 17 de noviembre de 2013

Las colinas de Roma (17 de noviembre de 1827)


Colinas de Roma
Foto:  tomada del blog Mujeres de Roma

Roma incluye entre sus murallas diez u once colinas que bordean el Tíber y lo hacen un río rápido y encajonado. Estas colinas parecen dibujadas por el genio de Poussin para ofrecer a los ojos un placer grave y en cierto modo fúnebre. A mi juicio, Roma es más bella en un día de tempestad. No le va bien el sol hermoso y tranquilo de un día de primavera. Este suelo parece hecho expresamente para la arquitectura. Desde luego no hay aquí un mar delicioso como en Nápoles, y falta la voluptuosidad; pero Roma es la ciudad de los sepulcros; la felicidad que aquí se puede imaginar es la felicidad sombría de las pasiones y no la voluptuosidad amable de la ribera del Posilipo

Tumba de Cecilia Metella
Fuente: Wikipedia

¡Qué vista más singular la del priorato de Malta, construido sobre la cima occidental del monte Aventino, que por la parte del Tíber termina en un precipicio! ¡Qué profunda impresión producen, vistos desde la altura, la tumba de Cecilia Metella, la Via Appia y la campiña de Roma! Al otro extremo de la ciudad, hacia el norte, ¿hay algo preferible a la vista que se domina del monte Pincio, ocupado en otro tiempo por tres o cuatro conventos y transformado por el gobierno francés en un magnífico parque? ¿Podéis creer que los frailes solicitan la destrucción de este parque, el único que existe en Roma para el público? El cardenal Consalvi fue un impío a los ojos de los curas rurales que tomó por colegas, porque no adjudicó exclusivamente a una veintena de frailes agustinos la deliciosa vista de la campiña romana y del monte Mario, situado frente al Pincio. Nada asegura que los agustinos o camaldulenses no sean reintegrados en sus derechos. Las elevadas colinas que bordean el Tíber en Roma forman valles tortuosos y profundos. Los laberintos determinados por estos pequeños valles y las colinas parecen dispuestos, según la frase del famoso arquitecto Fontana, para dar lugar a la arquitectura y poner de relieve lo más bello que tiene. 

He visto a romanos pasar horas enteras en muda admiración, apoyados en una ventana de la Villa Lante, frente al monte Gianicolo. A lo lejos se divisan las bellas figuras formadas por el Palacio de Monte Cavallo, el Capitolio, la Torre de Nerón, el monte Pincio y la Academia de Francia, y bajo los ojos, al pie de la colina, se domina el Palacio Farnesio. Jamás las casas de Londres y París juntas, aunque estuviesen adornadas con una elegancia cien veces mayor, darán la menor idea de esto. En Roma, hasta una simple cochera suele ser monumental.


Hackert, Panorama di Roma da Monte Mario
Imagen procedente de Lazio Segreto

No es en las colinas donde se construyó la calle del Corso y la Roma actualmente habitada, sino en el llano, junto al Tíber y al pie de los montes. La Roma moderna ocupa el Campo de Marte de los antiguos; aquí venían Catón y César a hacer los ejercicios gimnásticos necesarios  al general lo mismo que al soldado antes de la invención de la pólvora. [...]

La Roma habitada termina al sur en el monte Capitolino y  la roca Tarpeya, al oeste, en el Tíber, pasado el cual no hay más que algunas malas calles, y al este, en los montes Pincio y Quirinal. Las tres cuartas partes de Roma al este y al sur, el monte Viminal, el monte Esquilino, el monte Celio, el Aventino, son solitarias y silenciosas. Reina en ellas la fiebre y se cultiva la vid. En medio de este vasto silencio se encuentra la mayor parte de los monumentos que va a buscar la curiosidad del viajero.

Es lo que escribe nuestro autor tal día como hoy de 1827. Páginas 106 a 108.

No hay comentarios: