"La Escuela de Atenas, reunión ideal de todos los filósofos de la Antigüedad. En el ángulo de la derecha, los retratos de Rafael y del Perugino, su maestro. Hay tres grupos principales".
Tal es la escueta mención de Stendhal en la página 85 de la edición que utilizamos a este fresco de las Estancias Vaticanas decoradas por Rafael.
Platón y Aristóteles (representados como Leonardo y Miguel Ángel) aparecen en el centro de la escena, enmarcada dentro una gran construcción clásica.
Para identificar a otros filósofos que aparecen en esta pintura, merece la pena mirar aquí.
En las escuelas de señoritas, en París, hacen dibujar la cara de la mujer que está a la derecha. Lleva un jarrón de bronce y pide socorro. Nuestras compañeras de viaje la reconocieron con gran contento, y nunca pasamos por aquí sin detenernos ante este fresco. El museo de París tiene muy buenas copias al óleo de siete u ocho frescos de las stanze. ¿Cuándo se permitirá al público verlos?
Es lo que dice Stendhal sobre otro de los frescos que decoran las Estancias (stanze) Vaticanas. En la página 86 de nuestra edición.
La Discusión del Santo Sacramento, primera obra de Rafael, en el Vaticano, 1508. Este gran hombre sabe dar gracia incluso a unos teólogos discutiendo. ¡Cuánto genio hacía falta para inventar esta gracia! Es persuasión, unción, candor. Hay varias cabezas de jóvenes obispos que nos gustan mucho. “¡Qué lástima que Rafael no pintara las tragedias de Shakespeare!”, decían ayer.
"...fuimos inmediatamente a la Galería Borghese, donde solo hemos mirado la Diana cazadora del Domenichino. La ninfa que se baña en el primer plano y que acaso bizquea un poco, sedujo a todos los corazones."
Cita de Stendhal en la página 74 de nuestra edición.
Esta mañana, la parte de nuestra pequeña caravana que posee el poder ejecutivo decidió que, en lugar de ir a buscar el fresco en la gruta de Neptuno, en Tívoli, como habíamos decidido, iríamos a ver cuadros. Esta vez han pedido frescos.
Empezamos por la Aurora de Guido, en el Palacio Rospigliosi; es, a mi juicio el más inteligible de los frescos. Esta encantadora pintura parece moderna; es porque Guido imitó la belleza griega. Pero como tenía el alma de un gran pintor, no cayó en el género frío, el peor de todos. Admitió también una o dos cabezas reales, corrigiendo los defectos como Rafael: el ejemplo, las dos cabezas que hay al borde del cuadro, a la izquierda.
En Guido no hay que andar con minucias sobre la luz que huye por dos puntos diferentes, cosa que se observa en seguida al considerar la sombra puesta en el muslo del genio que lleva la antorcha en la mano. Admirando esta obra maestra, habréis renegado mil veces del grabador Rafael Morghen, que ha publicado una caricatura tan indigna de aquélla. Este Rafael no sabe dibujar, y esto nadie lo ignora; pero aquí no ha sabido ni grabar las cabezas.
Lo escribe Stendhal en la página 72 de nuestra edición.
"En la Virgen del Donante, de Rafael, se observa una espantosa falta de dibujo en el brazo de la figura de San Juan, tan flaco que da miedo".
Es la opinión de Stendhal sobre esta obra que comenta en la página 69 de la edición que utilizamos.
Esta obra es más conocida como Virgen de Foligno (o Madonna de Foligno), y a veces con el nombre más genérico de Sacra Conversación. Según la nota a pie de página en la edición citada, el cuadro se encuentra en los Museos Vaticanos (nº de inventario 40329) y fue solicitada al artista por Segismundo de Conti, siendo pintada entre 1511 y 1512. En 1797 formó parte del botín de Napoleón y se trasladó a París. Tras la caída de Bonaparte llegó a su destino actual.
"[...] mientras nuestra calesa nos llevaba al Palacio Barberini. Íbamos a él en busca del retrato de la joven Beatriz Cenci, obra maestra de Guido (está en el gabinete del príncipe Barberini)."
Palabras de Stendhal, en la página 62 de la edición que venimos utilizando.
Palabras de Stendhal durante una visita al Palacio Barberini:
"Yo me fijé en el retrato de un duque de Urbino, de Barocci, ese pintor que recuerda el pastel, que fue envenenado muy joven y vivió siempre enfermo hasta una avanzada edad."
"Mi razón no ha tenido más remedio que admirar el famoso cuadro de la Muerte de Germánico, de Poussin. El héroe expirante ruega a sus amigos que venguen su muerte y protejan a sus hijos."
Son las palabras de Stendhal a cerca de este cuadro en su visita al Palacio Barberini (página 63 de la edición que manejamos).
"Nos hemos detenido dos horas en la galería donde Aníbal Caracci pintó al fresco (1606) la mayor parte de los cuadros de la mitología contados por Ovidio. El centro de la bóveda lo ocupa el triunfo de Baco y Ariadna. Las figuras tienen un poco el defecto de las de Tiziano; admirablemente bien pintadas, se siente un poco en ellas la ausencia del alma celestial y del espíritu que Rafael pone siempre en las suyas…
Este gran hombre pasó nueve años pintando la bóveda de la Galería Farnesio. No era cortesano y desagradaba a los cortesanos del cardenal que se la habían encargado. Aníbal era un gran artista […] Había creído asegurar el pan para su vejez haciendoesta gran obra; le pagaron de una manera ridícula y se murió del disgusto.”
Venimos de ver el Descendimiento de la Cruz en la Trinitá dei Monti. Es un fresco célebre de Daniele da Volterra, que en otro tiempo era citado después de la Transfiguración y la Comunión de San Jerónimo.
En no se qué invasión napolitana, creo que por el año 1799, alojaron un batallón en esta iglesia y estropearon este fresco. En 1811 lo vi en casa del celebre Palmaroli, restaurador de cuadros, en el antiguo Palacio de Francia, en el Corso, frente al Palacio Doria. El general Miollis, gobernador de los Estados romanos, le daba prisa para que devolviera el cuadro, que debía ser enviado a París. Palmaroli contestaba que su trabajo no estaba terminado; lo prolongó desde 1808 a 1814. Decía a sus amigos: "Demasiados cuadros le han quitado a la pobre Roma; tratemos de salvar éste". Y lo salvó. Éramos ocho o diez viajeros en la Trinitá dei Monti; este fresco sapiente no gustó nada más que a M. Falciola, que nos lo enseñaba. Los otros espectadores hubieran preferido una buena copia al óleo. […]
“Con gran detrimento de nuestros trajes, nos tendimos en el suelo de la sala donde está la Aurora del Guercino, con la cabeza apoyada en unas sillas derribadas. A Giovanni se le había ocurrido la idea de traer las servilletas del almuerzo, y las extendimos en el suelo para las señoras.
El carro de la Aurora está enganchado a dos caballos fogosos. En un ángulo del cuadro aparece el viejo Titón levantando un velo. Esta cabeza expresa la sorpresa de ver partir a la Aurora, que va esparciendo flores; la preceden las Horas y disipa las tinieblas.
La Noche, que duerme con un libro abierto ante ella y la cabeza apoyada en la mano, nos ha parecido superior a todo elogio. Esta naturalidad contrarresta la atrevida ficción representada por el asombro del viejo Titón viendo partir a la Aurora. A pesar de su frialdad aparente, se ve que el Guercino tenía la sublime inteligencia de su arte.
El Lucifer es encantador: es un genio alado con una antorcha.
Hemos reparado, en ambos lados del gran fresco, en unos niños de una composición muy picante. ¿Será necesario decir que el vigor del claroscuro alcanza el mayor grado posible en la obra maestra de un maestro tan célebre por esta clase de mérito?”
Stendhal se refiere a la Aurora obra de Guercino pintada al fresco en una bóveda de la Villa Ludovisi.
"Precioso fresco de Santa Catalina repartiendo sus bellos vestidos a los pobres. Ingenuidad de los grupos. La santa tiene la cabeza demasiado gruesa y una pierna mal dibujada. Belleza de los fondos."
"Hemos subido a la iglesia de los Capuchinos, tan conocida por el encantador, demasiado encantador, arcángel San Miguel, de Guido. Lo bonito no puede llegar más lejos..."
El objeto de este blog es mostrar las imágenes de obras de arte (pinturas principalmente) comentadas por Stendhal en su obra "Paseos por Roma". Aunque tal vez se amplíe a otras obras y otros autores