"25 de enero de 1828
Avanzando unos pasos hacia el Coliseo, le impresiona al viajero la vista de tres bóvedas de ladrillos colocadas a gran altura; se cree que pertenecen a la Basílica de Constantino. En la época de mis primeros viajes a Roma, esta singular ruina era llamada todavía el Templo de la Paz. El estilo de los fragmentos de escultura que aquí se ven muestra aún la decadencia del arte que anuncia el siglo de Diocleciano. De aquí se saca la conclusión de que estas inmensas bóvedas de ladrillo son un resto de la basílica construida por Majencio, y a la que Constantino dio su nombre cuando hubo matado a Majencio.
Los tres grandes arcos que vemos ocupan toda la longitud de la nave a la derecha de la entrada; sobre los pilares de estos arcos aparecen todavía fragmentos de cornisas de mármol: la bóveda de la nave estaba sostenida por ocho grandes columnas de cuarenta y cuatro pies de altura y diecinueve de circunferencia. Una de estas columnas estaba en pie aquí hacia 1610, y Paulo V (Borghese) la mandó poner en medio de la Plaza de Santa María la Mayor, donde le cayó un rayo cuando el simpático De Broses estaba en Roma (1740).
Las excavaciones ordenadas por Napoleón descubrieron el pavimento de este monumento; es de mármol amarillo antiguo, de mármol violeta y de mármol cipolino. Se ha reconocido que esta basílica había servido de iglesia en la Edad Media; probablemente este título la preservó de los frecuentes saqueos, pero sería destruida en alguna incursión de los bárbaros. Este vasto edificio medía trescientos dos pies de largo por doscientos dos de ancho. Las bóvedas así, sobre nuestras cabezas, servían de capillas a la derecha entrando en la iglesia."
Lo dice nuestro autor en la página 185 de la edición susodicha.
El influjo italiano en la pintura de Luis de Morales
Hace 11 años
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