"Pondré aquí la lista de los palacios que hay que ver. Coloco
en primera línea los que vale la pena de ir a verlos; son doce. A los palacios
de la segunda lista se sube cuando se pasa junto a ellos.
El
Vaticano, diez mil habitaciones.
El Quirinal
o Monte Cavallo.
La
Cancelleria (la Cancicllería).
Rospigliosi, la
Aurora de Guido.
Farnesina, la Psiquis, de Rafael.
Borghese
Doria Pamfili
Chigi
Corsini
La Villa Médicis, ocupada por los
jóvenes pintores franceses. Hermosa vista bajo las verdes encinas.
Y he aquí veinticinco palacios de
un interés secundario:
Altieri, muy grande.
Barschi, bella escalera.
Colonna, bella galería. Desde la
muerte del príncipe Lorenzo, cuyo sepulcro está en los Santos Apóstoles, ya no
hay cuadros en este palacio.
Palazzo de’ Conservatori, estatua
de César.
Palacio de la consulta, bastante
insignificante.
Costaguti, frescos del
Domenichino y del Guercino.
Falconieri, buenos cuadros.
Ruspoli. Los frescos de las salas
ocupadas por el café, son de un pintor francés. El salón grande donde M.
Demidoff hacía representar vodeviles es bastante curioso; la escalera es magnífica.
Este palacio pertenecía en otro tiempo a los Gaetani. Enfrente está la gran
casa llamada Palacio Fiano donde están las encantadoras marionetas. Alquilar
dos habitaciones y preguntar por Cassandrino, alumno de pintura.
Giraud. El arquitecto fue
Bramante.
Giustanini, muchas estatuas.
Massimi, ruinas del Teatro
Marcelo.
El Palacio de Monte Citorio, en
cuyo gran blacón se efectúa el sorteo de la lotería. El pueblo bajo que se reúne
estos días en la plaza es más curioso que el palacio. Sobre estos rostros
tostados se pintan los matices de las más vivas pasiones. Un artista encuentra
aquí expresiones vivas y naturales, no apagadas por el miedo de chocar al
vecino; y sin embargo, cada individuo de este populacho se conduciría de modo
diferente si estuviera solo.
Odescalchi; la fachada es de
Bernini.
Mattei, objetos de arte.
Palacio del príncipe Jerónimo
Bonaparte, vía Condotti.
Palacio del Príncipe Pío. Edificado
sobre las ruinas del Teatro de Pompeyo.
Salviati, construido para alojar
a Enrique III.
Palacio Venecia, construido en
1468.
Sciarra, en el Corso, botina
colección de cuadros.
Palacio del Senado en el
Capitolio, la loba estrusca.
Spada, la estatua de Pompeyo.
Stoppani, construido sobre
dibujos de Rafael.
Verospi, bóveda pintada por el Albano.
Torlonia, en Piazza Venecia,
brillante en todas las cosas bellas que ha podido reunir un vendedor de cintas
de hilo convertido en rico banquero de Roma. Comparar esta vivienda con la de
los enriquecidos de París; nada muestra más claramente la diferencia de carácter
nacionales: en nuestros nuevos ricos, ingenio y pretensiones, constantemente
preocupados de cien pequeñas cosas que han de hacerles ascender en el mundo; en
el vendedor de citas romano, todo es reposo y tranquilidad; después del dinero,
sólo le interesan las bellas artes. […] "
Es lo que escribe nuestro autor en este día de 1828. Páginas
335-337 de nuestra edición.
Dedicado a mi amigo Alberto R., que hoy estará paseando por las calles de Roma.