Fotografía: Wikimedia
Los funerales del Papa han comenzado hoy en San Pedro; durarán nueve días, según costumbre. A las once de la mañana estábamos ya en San Pedro. Monseñor N. ha tenido la bondad de explicarnos todo el ceremonial que vemos desarrollarse ante nosotros. El catafalco del Papa ha sido levantado en la capilla del coro; está rodeado de guardias nobles, vestidos con su bello uniforme rojo con dos charreteras de coronel doradas. El cadáver del Papa no está todavía en el catafalco.
Hemos asistido a una misa solemne dicha ente esta catafalco. Ha oficiado el cardenal Pacca en su calidad de vicedecano del Sacro Colegio. El cardenal Pacca es el candidato del partido ultramontano, y tiene muchas probabilidades de suceder a León XII. Le encuentro una fisonomía inteligente. Todos los extranjeros asisten a esta misa.
Se pronunciaban los nombres de los cardenales, se estudiaba su fisonomía. Ocho o diez de estos señores tienen un aire grave o más bien enfermizo. Los demás hablan mucho entre ellos, y como lo harían en un salón.
Después de la misa, los cardenales se han ido a gobernar el Estado. La sesión ha tenido lugar en la sala del Capítulo de San Pedro. Han confirmado a todos los magistrados. Los conservadores de Roma han ido a recitarles un discurso de dolor sobre la muerte de León XII, la cual alegra a todo el mundo. Por lo demás, lo mismo habría ocurrido si este Papa hubiera sido un Sixto V. Los cardenales encargados de hacer preparar las pequeñas habitaciones para la celebración del Cónclave en el palacio de Monte Cavallo, han dado su informe.
Mientras los cardenales gobernaban, el clero de San Pedro ha ido a buscar el cadáver de León XII a la capilla donde estaba expuesto. Han cantado un Miserere bastante mal. Llegado el cadáver del Papa a la capilla del coro, han vuelto los cardenales. El cadáver está magníficamente vestido de blanco; lo han colocado, con pompa y conformándose estrictamente a un ceremonial muy complicado, en un sudario de seda carmesí adornado de bordados y de franjas de oro. Han sido depositadas en el féretro tres bolsas llenas de medallas y un pergamino con la historia de la vida del Papa.
Las cortinas de la gran puerta de la capilla del coro estaban cerradas; pero algunos extranjeros protegidos fueron introducidos furtivamente en la tribuna de cantores.
Un notario levanta acta de todas las ceremonias de que os doy cuenta muy sumariamente. Una justa desconfianza informa todo lo que ocurre en la muerte de un papa. Pues, al fin y al cabo, el papa difunto no tiene familia presente, y los personajes encargados de elegirle un sucesor podrían enterrar a un papa vivo. […]
14 de febrero de 1829 – pp.494-496
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